Game Gods

Game Gods

La primera idea que seguramente tendréis al ver cómo nos hacemos llamar los «Dioses del Juego» es la de que somos unos fantasmones de cuidado. Esto es lo que en lógica se llamaría una falacia ad logicam. La conclusión de este razonamiento es correcta porque, efectivamente, somos unos fantasmones de cuidado. Pero el razonamiento es incorrecto porque tal conclusión no se deriva del nombre.

Y eso es porque los «Dioses del Juego» no somos nosotros. ¡Sois vosotros, los jugadores!

Nuestro nombre hace referencia al gran poder de los videojuegos: es uno de los pocos entornos en donde los jugadores nos sentimos dioses. Conocemos perfectamente el sistema que configura el videojuego, controlamos todo lo que sucede, y en los que conseguimos llegar a ser, con el suficiente esfuerzo, los putos amos.

La realidad es demasiado compleja y, generalmente, aburrida. Un videojuego se ajusta a la perfección al modo en el que funciona nuestra mente. Por eso nos gusta jugar, porque nos sentimos grandiosos cuando lo hacemos. Somos dioses de esos mundos virtuales, en los que con frecuencia nos sentimos más a gusto que en la propia realidad.

El logo sigue esta metáfora. Es como si los personajes de nuestros videojuegos preferidos adquirieran consciencia y detectaran que hay seres superiores (nosotros) que les están controlando. Y para ganarse su afecto les hacen un monumento. Del modo que ellos conocen, pixelado. De esa forma nos dicen que nos admiran y respetan, y nos animan a que demos lo mejor de nosotros mismos para evitar que mueran y les guiemos a la victoria.

En resumen, Game Gods es un símbolo de nuestro amor incondicional por los videojuegos.